Un pintor, retratado en el otoño de su vida, perdido
en algun barrio porteño de Argentina, se dedica paciente y obsesivamente
a darle forma a una obra muy particular, tratando de
recordar ese paraíso perdido que es la infancia, pintando el pueblito
donde fue a parar su familia al tener que exiliarse de la guerra civil
española. A través de algunos de los 600 óleos que dan cuenta de
Vieilles (Francia), el pueblito en cuestión, Nicolás Rubió pinta los
personajes, sus vecinos y recupera anécdotas tan elementales, simples y
profundas, como pudieron haber sido a la distancia, esas relaciones
fraternales forjadas al calor de la solidaridad.