Luego de un largo peregrinar de casi 10 años en
busca de financiación, la pareja de realizadores consigue poner en
marcha esta película. Al parecer radical en su forma, pero original al
descartar la utilización de actores profesionales que se pusieran en la
piel de Bach y su esposa, Anna. Qué mejor que acudir a músicos para
encarnar a músicos. Se prioriza entonces aquí la ejecución de los temas
en tiempo real, el mostrar el trabajo cotidiano que acompaña al genio
que poseía Bach. Encuadres y silencios que remiten a Bresson pero que
comienzan a delinear el estilo propio que caracterizaría toda la
filmografía de la pareja, que se dedicaron con coherencia y un trabajo
silencioso a lo largo de 40 años a interrogarse como pocos sobre el arte
en general y su traducción cinematográfica en particular. Vale la pena
verlos trabajar en la sala de montaje, manteniendo discusiones
filosóficas alrededor del cine en el excelente documental de Pedro Costa,
'Donde yace tu sonrisa escondida?'.